A Guerra da triplice alliança
de los vapore · enemigos, que no tuvieron el poder de impedirles el pa~o con sus proyectile,::, hicieran su retirada, y toca1·ou nuestra playa. Nunca hemos sosteniclo um combate tan Jesigual eu número y olementos. Nnestros soldado. hicíeron frente por 11 / 2 hora a 3.COO Brasíleros (1 ), resí ·tieron à ln. ho~ti liJad de toda la esquadra, y la opo i– cion inmensa que la nat uraleza 111isma les hacia en aquel!a pQ icion. Hemos perdido 7 canoas, tenemos muchos .heridos, y deploraruos la muerte de oficiales y . oldados. Indispensable és este sacrifício eu una lucha de la naturaleza de la que se ha sostenído con todo el honol' de nuest ras armas, pero esos mártires de su patria, que han sellado con su sang.·e la santidad de su ca nsa tienen el premio ele la gra– titud publica, y de la proteccion de sus familias por el Supremo Gefe del Estado, que sabe premiar la suprema virtud del patriotismo. No hay punto de cornparacion entre el dano que hemos recebido, .Y las proporciones de la perdida del enemigo . Incalculabre es la baja que ha sufrido; algunos gefes y muchisimos oficiales han muerto, y sol– dado: por centenare. cubren el campo del combate; 2 chatas cargadas ele gente fueron sumergida · por el caííon de Itapiru, debida una de ellas a la punteria del coronel Bruguez que por alli se hallaba de paseo; t iene ::3 buques completamente inut ilisados, 1 echado a pique por la misma bala r ecogida del enemigo por el subteniente 1 ° de marina Domingo Antonio Ortiz (2), y el desaliento de sus soldados despues de escarmiento tau ejemplar, no viendose seguros en medio mismo de su mayor poder, clebe necesariamente producil' el abatimiento moral en aquellos corazones envilecidos. Aquellos indignos que pedian la vida a nue ·tros soldados, ya cuando estes desocuparon el campo, en su desesperacion y rabia, y como triste espansion de una verguenza cr :el , quedaron alli complaciendose en fuzil ar el cadaver de los que quedaron en su poder. Los canones de las bateria enemigas han estado en nuestro poder (3), y si no forman ahora el trofeo del valor de nuestros bravos, deben it :m escesivo peso que hicieron impo. ible arrastrar hasta nuestras canoa·. El castigo que hemos dado à la allianza fué terrible; el honor nacional está cubierto, y el soldado paraguayo ha creado un precedente mas para la respetabilidad de rrn nombre . No hay como acabar de ponderar la serenidad y el arrojo de nue::;tros soldados . La infanteria fué el terror de us adver arios, y la caballcria en su clebul, no habiendo querido llevar mas arma que el sable, tomó l a vanguardia y tronzó con su arma las filas enemigas como lo hicieron en un bosque de arbustos, r espondienclo con bravura tan ej emplar muy cun:ip_lidamente à l as espe ranzas que ten iamos en e ·a falanj e robusta y dec1d1da, merecienclo el aplau o general de su mismo · compafieros los infantes. La caballeria ha llegado ~on . u sable en mano al borde de los fosos para acuchillar à los infantes enemigo. que a i parapetados hacian un vivo fuego, y si nuesL ros infantes cn vez do detenerse á hacer uso do su · balas contra esos mismos foso. como ha ucedido con al guns pelotones (l ) Os mo homens de g u·Lrniçã:o são elev,\dos a 3 .000 ! (2) Tudo isto ó inex,icto. Só foram mettidas ;\ pi,1ne pe1,1s balas de Ihpirit umu 1t,nch·, n. vapor e um·i chata. (3) Fn lsiuades desl \ ordem er.un repetid 1s n:L Europ.1 J or jornacs sérios e nté peh Rerne des Dell:r M on-cl e pelos correspondentes eh :vTe•lit1,h rigencia Jlctv(1s !
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